Una mañana lenta en Austin. Estoy sentado en una terracita, con… | by Eduardo | Sep, 2025

Estoy sentado en una terracita, con mucha sombra y frescura en un café del centro de Austin. Es una mañana de jueves. La calle no tiene mucho tráfico, pero de vez en cuando pasan peatones, cada uno con su paso y su historia. Lo que más disfruto es la compañía de mi hermano, él trabaja en su computadora.
Los árboles son enormes, viejos y robustos, quizá cedros. Ofrecen una sombra generosa, una frescura que llena de calma el aire. Hay algo en esa vibra que me hace sentir en paz.
Me siento bien, ligero. Escribo en mi libreta historias sueltas, sin orden, sin reglas ni sintaxis. Historias que llegan y se van, que no piden lógica. Escribo por costumbre, o quizá para pasar el tiempo. Puede ser que lo haga para curarme un poco. Lo cierto es que escribir me da libertad. Quizá sea mi manera de rebelarme ante las redes sociales.
Tomo un sorbo de mi café. Es un tostado medio de Veracruz, con un sabor que recuerda a frutos secos y a toronja. Es un café simple, sin azúcar, sin leche, puro. La cafeína empieza a despertar algo dentro de mí: una calma eufórica, un bienestar callado.
Me gusta leer, escribir y observar a la gente. Observo cómo caminan, cómo se visten, y de allí imagino quiénes son, cómo viven. Cada paso y cada gesto parecen contar algo.
Al principio llevaba los audífonos puestos, escuchando jazz lento, suave. Luego decidí quitármelos. Preferí oír los ruidos de la calle, los pájaros escondidos en el follaje espeso. Levanto la vista: a unas cuadras se ve el Capitolio de Austin, iluminado por el sol fresco de la mañana.
Cierro mi cuaderno, guardo la computadora y me levanto.
Es momento de caminar.